domingo, 25 de octubre de 2009

Taxonomía del Llanto








Fragmento de Para Llorar, cuento de Rafael Pérez Gay, del libro Me perderé contigo, Mexico 1990, Editorial Cal y Arena.




"Los treinta son el espacio predilecto de las lágrimas, caldo de cultivo inmejorable. Es un asunto biológico: acaba usted de entrar a la madurez y viene de dejar la juventud. Durante esos años se llora muchísimo y con una vehemencia admirable. A los que entran al reino de los treinta años todo los hace llorar, cualquier nadería.

Treintones y treintonas sienten que tienen todo por delante, que están en el mejor momento de su vida y, como se sabe, eso es para llorar.

En cambio a los cuarenta las lágrimas pierden su voluntad, aunque ganan cierta sabiduría lacrimosa. Pero aún así, los cuarentones son lloroncitos de ocasión y, lo que es peor, utilizan siempre amigos, alcohol, analistas. Además olvidan demasiado pronto el motivo de sus lágrimas y acaban invariablemente diciendo que van en el tren de la vejez y que no han hecho nada en la vida.

Por otra parte, a los veinte se llora sin saber, son llorones ciegos, por decir así. Además cuando lloran se abrazan, imagínese. Es un espectáculo bochornoso ver a los veinteañeros abrazaditos, mojándose los hombros y los pechos lacerados por dolores juveniles.

Los de cincuenta, por su parte, cuando lloran sufren muchísimo, y es que saben que son náufragos del tiempo: no son jóvenes ni viejos y entonces lloran por las tardes; es natural, porque viven un estado anterior al de los viejos, que lloran de noche y a oscuras.

Los viejos han aprendido que las lágrimas son la única verdad que hay en nosotros, por eso lloran en las noches por sus hijos y sus nietos, por el marido muerto o la esposa desaparecida.

Ahora: a cualquier edad hay llorones tímidos y descarados; los hay, también, contenidos y explosivos, que no son la misma cosa que los anteriores; los últimos son peligrosos porque acostumbran romper cosas cuando sollozan. También sabemos que en caso de nacimiento, muerte o separación, siempre hay lágrimas.

Me gustaría saber qué clase de llorón es usted. Vuelva a llorar, por favor."

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