miércoles, 4 de noviembre de 2009

Las Quejas del Circulo Rojo


Lo único que demuestra un ingeniero automotriz cuando se queja amargamente de que un “bocho” no alcance los 200 kms/hora, es ignorancia.

Lo único que demuestra un ingeniero informático cuando se queja amargamente de la lentitud de su software plagado de virus, es poca destreza.

Lo único que demuestra un economista, un politólogo, o un sociólogo, cuando únicamente se queja amargamente de que la clase política en México solo aprueba “reformas posibles” y “espantajos fiscales”, es… ingenuidad retorica

Del círculo rojo de opinólogos, amateurs o profesionales, no esperamos únicamente quejumbres publicadas.

Esperamos también un análisis causal de porque son así las cosas, y bajo qué condiciones pudieran cambiar.

Confió en que ningún colega local se sienta aludido, pero creo que conviene darle una leída a los escritos de James M. Buchanan, quien desarrollo la teoría de la elección publica, (Public Choice), y por ello obtuvo el premio Nobel de Economía en 1986.

Aquí algunos fragmentos de su obra: (si prefiere no leer todo, el último párrafo podría tomar el papel de un resumen muy genérico)

"Ya para finales de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos estaban dirigiendo la utilización de vastos porcentajes de nuestro producto nacional en todos los países. El estado masivo había emergido de la primera mitad del siglo y estaba con nosotros y sin embargo, casi no se ponía atención a cómo funcionaba el gobierno en la realidad, o cómo funciona la política. Reconocer esto del pasado es sorprendente. Es increíble tratar de imaginar cómo pudo ocurrir. ¿Por qué no empezó alguien a pensar sobre cómo funciona la política en la práctica?

Los economistas no estaban dedicando mucha atención a cómo funcionaba el gobierno porque los economistas estaban preocupados por cómo funcionaban los mercados y cómo las personas se comportaban en relaciones de mercado.

Los científicos políticos no ponían atención a la forma en que el gobierno realmente funcionaba y permanecían cautivados por la teoría idealista del estado que había iniciado con los griegos y resurgió en Hegel.

Así, prácticamente no hubo un intento para elaborar lo que podríamos denominar una teoría obstinada, positiva de cómo funciona la política y cómo se comportan realmente los políticos.

Kenneth Arrow investigo si se podía o no tomar un conjunto de preferencias individuales como un conjunto de alternativas sociales, y sumar esas preferencias para obtener un ordenamiento social o colectivo que fuera consistente, que en la práctica cumpliera con ciertas propiedades deseables.

Arrow demostró que no hay forma de sumar todas las preferencias individuales y obtener una preferencia social consistente al menos que se impongan algunas premisas restrictivas sobre cómo organizar estas preferencias.

Recibí una beca Fullbright para investigación docente, para dedicar un año completo a estudiar los clásicos italianos de la teoría de finanzas públicas, En Italia desarrollaron una teoría del estado monopolio, una teoría del estado cooperativo, y una teoría del estado explotador. Todas estas se usaban para analizar cómo operarían las estructuras fiscales dentro de cada uno de estos modelos. ¿Cómo organizarían su sistema tributario y su gasto?

Si uno supiera que se puede controlar al gobierno al nivel constitucional, pero que una vez se le suelte las riendas el gobierno maximizará sus ingresos a través de cualquier fuente tributaria dada, ¿qué fuentes tributarias le daría? Y por supuesto, sugerimos que, en un sentido constitucional, se impondrían restricciones constitucionales al cobro de los impuestos.

La política puede, de hecho, atraer a personas que quieren hacer el bien, pero el problema con eso es que demasiadas personas definen hacer el bien como "esto es lo que yo creo que debes hacer, porque yo quiero que lo hagas, porque yo tengo todas las respuestas correctas." En otras palabras, desean controlar a los demás, y eso es peligroso.

Si se mira la política simplemente como una relación potencialmente coercitiva entre personas, a todos los niveles de conceptualización, entonces sería valiente o retorcido el economista que modelara a quienes realizan las elecciones públicas (trátese de votantes o de agentes) como maximizadores netos de riqueza.

Asimismo los análisis basados en un modelo tal y propuestos como "la verdad" se vuelven altamente nocivos. La misma sensación desagradable que producen estos modelos de la política puede explicar la negligencia de lo que hoy parece ser los claros precursores de este elemento de la perspectiva de la elección pública.

Sólo cuando el postulado del homo economicus del comportamiento humano se combina con el paradigma de la política como intercambio surge de la desesperanza una "teoría económica de la política". Conceptualmente, tal combinación hace posible generar un análisis comparable en algunos aspectos con aquel de los economistas clásicos.

Cuando en política se asume el comportamiento de los políticos como poseedores de intereses propios tal y como sucede en otros aspectos de su comportamiento, el desafío conceptual es el diseño y la construcción de instituciones básicas o reglas que limite al máximo posible el ejercicio de tales intereses de modo expoliador y que dirijan esos intereses a favor del interés general".

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