sábado, 4 de julio de 2009

Profesionales del Ocio


Ingeniosas frases suelen estar impresas en la parte frontal de algunas playeras. A propósito del último campeonato del Santos Laguna recuerdo aquella de: “Un Guerrero nunca muere… y mucho menos trabaja”

Otra: “La ociosidad es la Madre de todos los vicios; y como Madre hay que respetarla”

Ociosidad es el término peyorativo utilizado para definir la inactividad voluntaria, improductiva, y prolongada. Ocio es el primo elegante, el tiempo recreativo, aquel con un sentido y un propósito definido.

¿Puede el ocio ser “administrado”? Parece que sí. La Escuela de Negocios de Barcelona ofrece una Maestría en Gestión del Ocio. Incluye asignaturas sobre cómo administrar salas de cine, parques temáticos, juegos de bingo, bares, hoteles, y gimnasios.

Por su parte, la Universidad de Deusto, también española, mantiene en su planta a catorce doctores que investigan a tiempo completo la relación del ocio con la cultura, y con el desarrollo integral del potencial humano.

Algunos ligan ocio con turismo, con vacaciones, con hoteles, y con experiencias inolvidables. Otros con tiempo para la convivencia familiar, con el arte, con el sentido lúdico imposible entre la rutina o el ajetreo.

Para aquellos workaholics vale recordar que el ocio es parte consustancial del trabajo, del necesario ciclo de esfuerzo y descanso, Los estadounidenses emplean el término “Burn-Out” para el síndrome del agotamiento extremo laboral, o la falta de ocio.

Los mexicanos somos reacios a administrar el ocio. Así lo afirma la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en su estudio del 2009 “Society at Glance”

Dedicamos en promedio el 48% de nuestro tiempo libre a ver televisión. Hacemos poco deporte, leemos menos, y por supuesto muy pocos visitamos museos o asistimos a conferencias.

Annie McKee, Investigadora de Harvard Business School, concluye que los directivos empresariales, (yo agregaría que todas las personas) tienen la obligación de renovarse con entusiasmo.

McKee afirma: “Sabemos por la neurociencia y la psicología que cuando las personas experimentan estrés crónico, el funcionamiento cognitivo disminuye y nos enfermamos con más frecuencia. Ya no vemos el panorama general y tomamos malas decisiones. Nuestra auto-conciencia se reduce, la empatía escasea y la auto-gestión se ve comprometida. Perdemos las competencias emocionales y sociales que nos permiten ser líderes exitosos”

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