domingo, 25 de abril de 2010

El ingenuo era yo


“Joaquín Sabina: buen showman, buen show. La misma canción cantada 30 veces” Twitea mi amigo Andrés saliendo del Auditorio Nacional.

“Hubo un tiempo en que México podía ser gobernado a punta de frases celebres” concluye mi amigo Édgar a propósito del tema.

Lo cierto es que la frase de Sabina se revela sabrosona para la ironía, la desilusión, el escarnio, y hasta para la socarronería. Creo que vivirá junto a otras inmortales del imaginario popular.

Ingenuos, por ejemplo, quienes cuando el mercado de inversiones otorga una rentabilidad anual promedio del 4 al 8%, creen en ofertas del 60% anual de ganancia seguras en instrumentos o fondos domiciliados en alguna diminuta isla caribeña, o quienes apuestan en vehículos financieros tan exóticos, (reborujados, diríamos los laguneros), que ni con tres doctorados en economía, banca, y finanzas podría alguien calibrar la magnitud del riesgo que conllevan.

El tema de la ingenuidad da para mucho, por ejemplo la eterna discusión sobre el riesgo moral, donde los bancos y otros intermediarios financieros se involucran en opacidades y toman riesgos excesivos, pues siempre tendrán un papá gobierno dispuesto a rescatarlos con dinero del contribuyente.

Pero no es el único aspecto sobre la necesaria regulación bancaria. Recuerdo aquella ley estadounidense llamada Glass-Steagall, vigente por mas de 60 años y derogada en 1999. Esta ley fue una de las regulaciones bancarias más importante jamás aprobada, ya que prohibió que cualquier banco comercial comprometiera en actividades de inversión especulativa los depósitos de sus clientes.

Creo también que resulta ingenuo pensar que los bancos ampliarán el otorgamiento de crédito al sector productivo mexicano solamente por recomendaciones y conminaciones de la autoridad. Actualmente, los principales bancos que operan en México no necesitan prestarle a las empresas para ganar dinero, la mitad de sus utilidades son producto de las más de 1,400 diferentes comisiones que cobran, otras fuentes de rentabilidad son los créditos hipotecarios y los excesivos intereses en tarjetas de crédito.

Además, como el banco paga al pequeño y mediano ahorrador un interés menor al rendimiento que obtiene del gobierno con los Cetes, pues intermediar depósitos así, y ganar dinero, siempre será más cómodo que desarrollar una estructura necesaria y suficiente, para por ejemplo financiar a las Pymes.

Y no, no traigo el discurso de satanizar banqueros (fui uno de ellos por mas de 14 años, muchos de mis amigos trabajan en el negocio bancario-bursátil, además, hoy es mi cumpleaños…)

Simplemente afirmo que la estructura actual de incentivos en el sistema financiero mexicano debe ser repensada para aumentar su participación en el crecimiento económico y en la creación de riqueza.

Por su parte, el sistema financiero mundial, requiere regulaciones explicitas para evitar los riesgos sistémicos, y los cada vez más frecuentes fraudes contra inversionistas. Especialmente con ese tipo de inversor, que llega siempre mas entusiasmado que bien asesorado.

Por cierto, también del ingenio twitero: “El último deseo de Islandia fue que sus cenizas se esparcieran por toda Europa”

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 25 de Abril 2010)

1 comentario:

Psicoterapia.psicoanalitica dijo...

Algo atrasado: Feliz cumpleaños!

Algo de hoy: recordando una frase que te aprendí en clase: Para que no haya desilucionados, es necesario que no haya ilusos.

saludos!
FAR