domingo, 14 de febrero de 2010

Instrucciones para ganar el Nobel de economía


Paul Samuelson obtuvo el premio Nobel de economía en 1970. Fue asesor personal del presidente Kennedy, y profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Su libro “Economics: An Introductory Analysis” ha vendido más de dos millones de ejemplares en 9 idiomas diferentes.

Samuelson dio una conferencia en 1970, donde los asistentes, (alumnos y maestros de varias universidades europeas) le preguntaron cuales eran las claves para ganar el premio Nobel de economía.

Enrique Belocopitow analiza la respuesta que dio Samuelson: “Lo primero es tener grandes maestros, y en su caso se consideró afortunado. Entre otros de sus maestros citó a Wassili Leontief, premiado luego con el Nobel en 1973.

Lo segundo, es trabajar con grandes colegas y compañeros. La bendición que tuvo Samuelson en ese sentido le hace citar a James Tobin y Robert Solow, premiados 13 y 17 años después respectivamente.

En tercer lugar deben tener alumnos brillantes, y dado el gran número de discípulos de Samuelson, éste sólo se animó a dar tres ejemplos. Ellos fueron Lawrence Klein, Robert Mundell y Joseph Stiglitz, los que ganaron bastante después el Nobel, en 1980, 1999 y 2001 respectivamente.

La cuarta condición indicada por Samuelson es que deben leerse los trabajos de los grandes maestros, para lo cual cita a siete de ellos. Dos, Bertil Ohlin y Gunnar Myrdal, fueron premiados cuatro y siete años después de que se escucharan estos consejos de Samuelson en 1970.

La quinta condición es la suerte. Evidentemente Samuelson acertó en la cita de sus maestros, compañeros de investigación, discípulos e investigadores cuyos trabajos deben leerse: entre todos ellos hubo ocho que recibieron el premio años después de que él los citara. Samuelson tenía un ojo bien entrenado para detectar a los futuros galardonados.”

Por su parte, Federico Sturzenegger escribe sobre Paul Krugman:
“Largamente merecido resulta el Premio Nobel en Economía 2008 para Paul Krugman, un profesor tímido, pero dotado de una inteligencia prístina y una pluma tanto ácida como provocadora. Los trabajos de Krugman tienen una marca registrada. Plantean un modelo a primera luz ridículamente sencillo que logra explicar alguna paradoja fundamental de la economía.

Para ello no usa técnicas complejas, sino herramientas que están al alcance de un estudiante novato. En una primera lectura, uno no puede creer cómo un esquema tan sencillo puede explicar algo tan complejo.

Pero sucede que luego de que un ejército de colegas, estudiantes y hasta aficionados salen a demostrar que Krugman se equivocaba, que lo suyo es una construcción falaz, un ejercicio abstracto, que no resistiría las complejidades de la realidad, encuentra que, independientemente de todo lo que se quiera agregar, las conclusiones del modelo original siempre siguen en pie.

Esto es así porque, en realidad, Krugman había llegado al meollo de la cuestión y sus construcciones eran sencillas porque habían despojado al problema de todos los aditamentos y distracciones innecesarias”

Por último, vale recordar la frase en aquella carta de recomendación que escribió un profesor de John Nash, dirigida al comité de admisiones del doctorado en la Universidad de Princeton. Solo una línea bastó para que Nash fuera aceptado:
“Este hombre es un genio”.

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 14 de Febrero 2010)

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