lunes, 28 de junio de 2010

¿Por qué los leones apestan?


Entre risas, algunos de mis alumnos de las maestrías cuentan la anécdota. Al inicio del curso, suelo abrir clase con esta pregunta. El desconcierto invade el rostro de jóvenes ambiciosos, quienes decidieron invertir dos años de tiempo y dinero para obtener un grado académico con el cual perfilarse como gerentes o directores de empresa.

Las titubeantes y generalmente erróneas respuestas son sabrosa materia prima para bromas posteriores entre compañeros de generación. Pero la razón es muy sencilla: los leones apestan porque apestar está en su naturaleza, y gracias a ello no se han extinguido. Siendo animales que deben marcar dominio en extensos territorios, el olor que despiden debe ser característico y penetrante.

El mensaje que trato de transmitir es que nunca resulta suficiente saber cómo son las cosas, sino que es importante saber porque son así, conocer su naturaleza. Buscar la comprensión además del conocimiento.

Las organizaciones más antiguas son la familia, la iglesia, y el ejército. Su naturaleza es evidente. La familia (en sus variantes e incluso como tribu) existe como núcleo social que preserva la especie, la iglesia atiende los afanes gregarios y de trascendencia del ser humano; el ejército es la respuesta organizada para conservar el monopolio de la violencia en los Estados-Nación.

Pero, ¿Por qué existe la empresa comercial?

Ese tipo de organización económica que siendo históricamente joven (150 años cuando mucho) ha cambiado el modo en que los seres humanos organizamos las actividades de producción, de consumo, de trabajo, de ahorro, de ocio, y de inversión.

¿Por qué la empresa comercial es una forma de organización básicamente no democrática? y ¿Por qué en una cultura que tiene a la democracia como valor social fundamental, muy poco atendemos o explicamos la razón de dicha característica empresarial?

Las empresas existen, la mayoría son estructuras jerárquicas, el jefe no se elige, manda la planificación central, y parafraseando a Orwell, algunos de sus miembros son más iguales que otros.

Pero no, no se asuste, no soy un comunista de café. Simplemente estoy introduciendo las interrogantes que dieron lugar a la genial obra del economista y ganador del premio Nobel, Ronald Coase.

Coase escribió “La Naturaleza de la Empresa", donde se preguntó por qué existen las empresas. Su reflexión cuestionaba la teoría de la mano invisible, la cual afirma que el mercado es el mejor mecanismo para emparejar oferta y demanda, fijar precios, y extraer la máxima utilidad de los recursos finitos, así las actividades económicas podían ser coordinadas perfectamente mediante un sistema de precios.

Entonces, Coase se preguntó, ¿por qué los individuos no actuaban como compradores y vendedores independientes en lugar de reunirse en empresas con miles de trabajadores?

Coase acuño el término Costos de Transacción, haciendo referencia a variables como el costo de la colaboración, y de las relaciones entre consumidores, empleados, proveedores, socios y competidores.

Expuso que el costo y los desafíos de la información, comunicación, negociación y resolución de las transacciones entre las partes son en ocasiones prohibitivos, y que ante esta situación, la creación de valor se organiza mediante empresas comerciales con una gestión jerárquica para tomar decisiones y ejecutar el trabajo.

Así pues, por eso los leones apestan, y por eso existen las empresas comerciales.

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 27 de Junio de 2010)

lunes, 21 de junio de 2010

¿Cómo podemos estar seguros que Monsiváis murió?


Inmortal de la ironía, quizás el propio Carlos Monsiváis habría dicho:

Un intelectual puede estar seguro de que ha muerto únicamente cuando:

a) Su nombre aparece en sentidas columnas periodísticas donde jamás antes fue mencionado.

b) Quienes no soportan evidenciar la orfandad de algún recuerdo personalísimo con él, pueden entonces refugiarse en la desmesura, ampararse en la imposibilidad del desmentido, o adherirse exprimiendole cualquier jugo a alguna aproximación intrascendente.

domingo, 20 de junio de 2010

Abogados y anuméricos


Sala de Jurados se llama el libro. Lo leí hará unos 20 años, y creo que lo preste a sabiendas de que lo perdería.

Quentin Reynolds, escritor y abogado penalista de formación; narra magistralmente los detalles jurídicos que dentro de esta novela, hacen que su personaje, el también penalista Samuel S. Leibowitz gane para sus defendidos, juicios por demás complejos. Reynolds fue mi primera aproximación a la novela sobre temas legales.

Me acorde de este libro porque ahora que vacacioné con mi familia, volví a leer La Hermandad, un libro también de abogados escrito por John Grisham, el autor de mayor venta en el género del thriller jurídico. Varios de sus libros fueron ya hechos películas protagonizadas por divas de Hollywood. Seguramente el lector recuerda “El Informe Pelicano” con Julia Roberts, “El Cliente” con Susan Sarandon, o “La Jurado” con Demi Moore.

La Hermandad tiene como trama central la vida de tres ex jueces federales estadounidenses, convictos por diferentes delitos. En la cárcel montan una especie de corte donde de manera informal resuelven disputas menores entre los presos.

Simultáneamente, extorsionan mediante cartas comprometedoras enviadas a hombres prominentes que llevan una doble vida, y por ello son atraídos con el señuelo de iniciar relaciones sentimentales con un joven gay injustamente condenado, quien muy próximo a ser liberado, pasa el tiempo esculpiendo su cuerpo en el gimnasio al aire libre de la prisión.

Si bien la trama central se antoja hoy premoderna, la trama secundaria no ha perdido actualidad. La candidatura presidencial de un maduro Senador soltero, que con la promesa de duplicar los gastos militares durante su administración, asegura la financiación de su campaña política con el multimillonario patrocinio de las poderosas corporaciones proveedoras del Pentágono.

Regreso a casa y poniéndome ya “serio” en mis lecturas, inicio con “El Hombre Anumérico, analfabetismo matemático y sus consecuencias” de John Allen Paulos. Un doctor en matemáticas avanzadas que tiene la virtud de escribir libros sobre matemática económica que podría leer con gusto hasta un poeta.

(Por cierto, del mismo autor recomiendo el libro “Un matemático invierte en la Bolsa”, pues derriba varios mitos geniales de las finanzas bursátiles, mitos que incluso son perpetuados por algunas escuelas de negocios)

Allen Paulos sostiene que la mayoría de las personas no dimensionamos los grandes números, no sabemos la diferencia entre probabilidad y coincidencia, o entre sesgo y tendencia, o entre media, moda, y mediana.

En fin, que somos anuméricos. (Eso me hizo pensar que hoy es día del sorteo para anuméricos empedernidos: El Melate, con más de 500 millones como premio, pero con la ínfima probabilidad de ganar de una entre dieciocho millones)

Así pues, hablando de grandes números, de candidatos presidenciales proclives al gasto armamentista, y de erogaciones gubernamentales excesivas; el presupuesto estadounidense 2010 para gastos militares y de defensa es de un millón de millones de dólares. Es decir, un billón de dólares.

¿Cuánto es un billón de dólares? Es mucho, muchísimo dinero. Imagine usted que gastando un dólar cada segundo tardaría aproximadamente 25 mil años para quedarse en ceros.

No es de extrañar entonces, que la capacidad destructiva de las armas contenidas en un solo submarino nuclear estadounidense sea igual a la suma total del poder explosivo empleado durante toda la segunda guerra mundial.

Mas allá del miedo a las matemáticas que el sistema educativo mexicano ha inoculado en generaciones enteras, estos si son números que aterrorizan.

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 20 de Junio de 2010)

Dogmas y falacias


"Pensar es el trabajo más difícil que existe, quizás sea ésta la razón por la que hay tan pocas personas que lo practican"

La frase es de Henry Ford, y estoy en desacuerdo con ella.

Pensar no es difícil. Pero no hacerlo siempre resultará cómodo. Nuestro cerebro está diseñado para reconocer patrones y elaborar rutinas. Así logramos ponernos los calcetines, o incluso conducir, “sin pensar”. No obstante, los nuevos desafíos exigen nuevas reflexiones, más allá de dogmas y de falacias.

Para empezar conviene ya quitarnos el chip binario. Ese que nos remite a clasificar automáticamente todo en bueno o malo. El mundo no es una telenovela de pobres contra millonetas; patriotas contra vende patrias, legítimos contra espurios, y fumadores obsesivos contra ambientalistas compulsivos.

Una falacia es el reduccionismo: Algo que funciona junto nunca podría entenderse por separado.

Otra es la llamada falacia de la composición. Pensar que lo que es cierto para una parte es cierto para el todo; y viceversa, lo que es cierto para el todo es cierto para las partes. Baste un ejemplo. Piense usted en la afirmación La velocidad mata, y su implicación: Ir despacio salva vidas.

Eso es cierto únicamente si todo el tráfico en alguna calle se desplaza a menor velocidad. Pero totalmente falso cuando alguien en plena avenida Constitución en Monterrey conduce a 30 kilómetros por hora.

Otra. La falacia post hoc. El error al razonar que un suceso es consecuencia de otro, simplemente porque ocurrió después. Suponga un marciano que observa la fiebre de compras decembrina. Después, ya en la Nochebuena observa también personas intercambiando regalos. Para el extraterrestre, las compras causaron la navidad.

¿Más falacias? Aquí algunas:

1.- Afirmar que todo intercambio social puede y debe entenderse como un intercambio de mercado.

2.- Creer que invariablemente los individuos están movidos por intereses propios y propensos a aprovecharse de los esfuerzos de otros.

3.- Pensar que la competencia es el estado natural, e incluso el más deseable en las relaciones empresariales, porque siempre incentiva la productividad.

4.- Creer que los problemas socio-políticos pueden resolverse a nivel personal, porque las instituciones son simples agregados de preferencias y capacidades individuales.

5.- Pensar que democracia y transparencia siendo indispensables, serán suficientes. La democracia no quita el hambre, y la transparencia puede derivar en cinismo.

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 13 de Junio de 2010)

miércoles, 9 de junio de 2010

¿Qué estoy leyendo? (Tres)


Parábola de Moribundo es una novela absorbente, especialmente divertida. Es la segunda vez que la leo.

Regresaba de la Feria del Libro Guadalajara 2009. Ahí la compre, y gracias a que el piloto de Mexicana-Click tuvo que demorar nuestro aterrizaje en Torreón, alcanzó el tiempo para leerla completa por primera vez.

Absorto en ella, me valieron madre el par de fallidas aproximaciones a tierra que nos hizo sufrir la tripulación de la aeronave.

Antier, saliendo de una cena entre amigos; su autor, Jaime Muñoz Vargas me regaló un ejemplar.

Con su dedicatoria: “Para Heriberto, este periplo por la noche lagunera, y mi abrazo siempre fraterno”

Ante generosidad de tal calibre, y atendiendo su condición de escritor de grandes ligas, atine a responderle con cierto materialismo socarrón:
“Jaime, no sabes cómo te agradezco esta contribución que haces a mi Afore”

En su crítica literaria, Eugenio Aguirre, Óscar de la Borbolla, y Hernán Lara Zavala, nos dicen:

Parábola del Moribundo, “muestra un buen oficio literario, un discurso narrativo interesante y ameno que fluye sin tropiezos y que demuestra talento, ingenio, y una dosis de humor y malicia por parte del autor”

Para los laguneros, su lectura; opino, es imprescindible.

Una aproximación nada mas: En sus páginas encontramos aquella región; cuyas noches, calles, y lugares, hasta hace tan poco, todavía nos pertenecían…

lunes, 7 de junio de 2010

¿Dónde está Popper cuando se le necesita?


Recién regreso a leer periódicos. Estuve ausente de ellos, pues la nota roja ha seguido arrogándose la primera plana.

Leo, por ejemplo, que la Suprema Corte de Justicia en México, ha declarado que la charlatanería es un delito.

Quien lucra indebidamente con las preocupaciones, las supersticiones o la ignorancia de las personas, por medio de supuestas evocaciones de espíritus, adivinaciones, curaciones u otros procedimientos carentes de validez técnica o científica, será considerado delincuente.

Entonces, buscando algún asidero para determinar la pertenencia técnica o científica, veo que resulta conveniente abrevar de Karl Popper y de su pregunta seminal: ¿Cuál es la demarcación entre lo científico y lo metafísico?

Popper propone un criterio para establecer lo que cabe dentro del estudio científico, y lo que no pertenece a la ciencia.

Dicho criterio es muy sencillo: Una proposición es científica si puede ser refutable, es decir, susceptible de que en algún momento se puedan plantear ensayos o pruebas para refutarla, independientemente de que salga airosa o no de dichos ensayos.

Leo también en La Opinión Milenio, que durante las jornadas académicas de la Escuela Superior de Biología de la UJED, el científico Nasif Nahle, durante su conferencia “Cambio Climático y Biodiversidad” afirmó:

“El cambio climático es un fenómeno natural, cuyos efectos se manifiestan en todo el planeta, y no es causado por los seres humanos. Por lo que los esfuerzos para tratar de revertirlo resultarían inútiles, ya que es causado por fuerzas naturales”.

Después, y en la misma línea de autores que trascienden las tesis popularizadas y ya transmutadas en dogmas de fe; leo el paper académico del Dr. Raúl Pacheco Vega “Una crítica al paradigma de desarrollo regional mediante clústeres industriales forzados” (El Colegio de México, Estudios Sociológicos XXV: 75,2007)

Me encantó. Sobre todo porque abunda sobre esa confusión que algunos aficionadazos al concepto de clúster no se han percatado que tienen: La teoría de los clústeres y de los distritos industriales es descriptiva, (describe las razones multifactoriales por las cuales estos ya existen). Nunca es prescriptiva, (No sirve como receta, ni tampoco garantiza las mejores prácticas para que alguna iniciativa regional necesariamente logre crear un clúster)

Pues, como dice el propio Pacheco Vega:

"Es importante que los gobiernos mantengan una visión balanceada sobre los clúster y los distritos industriales. En un gran número de casos, la promoción mediante un enfoque de clústeres, es mas resultado de la popularidad acrítica que tiene el concepto, y de lo entusiasta que resulta la idea de fortalecer el desarrollo económico a través de la cercanía de las empresas".

"Sin embargo, como lo demuestran Staber, Markusen, y otros autores, muchos clústeres nunca maduran, y en otros, los resultados fueron contraproducentes”


(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 06 de Junio de 2010)

jueves, 3 de junio de 2010

Razón de la ausencia


Arsenio, Carlos, Daniel, Edgar, Eduardo, Marcela, Julio,
y mas queridos amigos que me han preguntado:

Primero Gracias.

No he tenido ganas de escribir, por lo menos desde el 14 de mayo, por la matanza de jóvenes inocentes aquí en Torreón.

Lo que escribo sale con coraje, con enorme tristeza, como una catarsis.

Y así no me gusta…

Ando muy encabronado por la violencia, la inseguridad en nuestra ciudad.

Intolerante.

Gracias por preguntar, espero ya esta semana reponerme.

Mi abrazote