domingo, 18 de julio de 2010

Crudos, pobres, y en caída libre


Polémico, provocador, amado y odiado. Pero siempre influyente entre quienes mueven los hilos de las finanzas mundiales.

Como sucede con los buenos profesores, sus alumnos le han salido respondones. Agustín Carstens, Paco Gil Díaz, Ernesto Cordero, y Guillermo Ortiz le enmendaron la plana cuando dijo que el manejo de la crisis económica en México había sido deficiente. Una discusión, por lo demás compleja, donde la simplificación mediática siempre estorba.

No pegué el ojo esta noche. Llegué de Gandhi y ya me quemaba en las manos el nuevo libro del Nobel de economía Joseph Stiglitz: “Caída Libre. El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial”

Stiglitz diserta acerca de la recesión estadounidense desde su posición de estudioso y experto en historia y manejo de crisis económicas.

Crisiólogo, como él mismo se define, fija posiciones, deslinda responsabilidades, desmenuza causas profundas, y expone los cadáveres de la codicia y de la irresponsabilidad en Wall Street, cuyos “magos” de las finanzas desaparecieron el conejo y hasta el sombrero de por lo menos 27 millones de estadounidenses que perdieron casa, ahorros y empleos.

Fiel a su estilo, Stiglitz utiliza un tono didáctico que privilegia la claridad conceptual. Para un lector no especialista es relativamente sencillo entender cómo y porque durante la reciente década el sistema financiero norteamericano fue construido sobre el cimiento de incentivos perversos, riesgo moral, utilidades ficticias e inmediatistas, recompensas excesivas, y problemas de agencia.

Reconstruye el proceso con el cual los grandes bancos abandonaron su negocio básico, (captar dinero del ahorrador para prestarlo con bajo riesgo a empresas productivas) para meterse a especular con operaciones en bonos basura, hipotecas riesgosas, y derivados exóticos.

Como una vez que les amaneció la borrachera, defendieron con la mano derecha el paradigma de escasa regulación para un libre mercado, mientras con la mano izquierda cobraron los multimillonarios rescates del gobierno.

Pero el libro no es un índice de fuego únicamente para los banqueros, Stiglitz desentraña el ambiente festivo que permitió al típico hogar estadounidense acumular más de 6 tarjetas de crédito con saldo deudor promedio de 9,000 dólares. Y como los organismos reguladores desde el gobierno hicieron la vista a un lado mientras personajes como Bernard Madoff y Allen Stanford asaltaban, no en despoblado, sino en impecables oficinas, o a bordo de yates y aviones privados.

En sus propuestas, Stiglitz afirma que es tiempo de reformar el estudio y la enseñanza de la ciencia económica, pues en su opinión, ahora para decirse economista basta con ser porrista del libre mercado, y soltar alegatos seudo-empresariales con la superficialidad y escasez conceptual de un preparatoriano.

En otros capítulos aborda las asimetrías en la información que impiden las hasta hoy inasibles eficiencias que el fundamentalismo del mercado ha venido prometiendo.

Revisa los instrumentos disponibles en la política monetaria de los países y bloques económicos desde el original ángulo de la insuficiencia operativa.

También, critica a las calificadoras de riesgo, quienes entraron a la fiesta, cuando debieron estar cuidando la puerta.

Un libro que, como mencioné al principio, nos deja temas para la discusión, para la polémica, y que nos advierte sobre el gran problema de nuestros tiempos: La verdadera crisis no es económica; es ética, es moral.

(Publicado en La Opinión Milenio. Domingo 18 de Julio 2010)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carnal, Sería interesante que escribieras acerca de aquel debate con Ortiz y Carstens, cuando Stiglitz vino a México. Cómo estuvo ese debate? Saludos. Javier

Anónimo dijo...

Carnal,
Sobre ese debate para esas fechas y aqui en el blog puse estos posts:

28 de septiembre 2009: "El pais de los incentivos perversos"

19 de noviembre de 2009: "Conocer a Stiglitz"

saludos carnal!
HRamos