martes, 19 de enero de 2010

Spota y el Prínosaurio


Para Carlos Castañón Cuadros
Politólogo, Historiador, y Amigo.

Aprendí a leer a los 4 años. No lo apunto como presunción de Nerd, sino como testimonio y agradecimiento a los esfuerzos de mi querida tía Susana. Maestra normalista ella, dura y entregada, como las profesoras de antes.

Leo rápido. Algunos creen que solo “hojeo” los libros o revistas. Puedo leer también al revés, digamos un apretado documento sobre un escritorio cuando me paro frente a él. (¡Chin! Ya me delate).

Nunca tome cursos de “lectura rápida”. Creo que es consecuencia de una antigua costumbre que tuve: leer detalladamente anuncios espectaculares, letreros comerciales, cualquier cosa escrita; montado en las prisas de pasajero en un cafre-camión urbano.

Pues bien, desde hace meses quería escribir sobre Luis Spota. Un autor que recibió duras críticas por su prosa, (facilona, apuntaban); y por su temática, (predecible, acusaban).

Un escritor que nunca fue aceptado en los círculos intelectuales, porque inicio ganándose la vida como reportero de guardia, cronista taurino, y hasta comisionado de box y lucha en el Distrito Federal. Un autor que escribió 28 novelas, y que reimprimía (¡y vendía!) más del 100 mil ejemplares por año, bajo el sello editorial Grijalbo.

Quería escribir sobre él, pues hace poco recordaba ese primer día (el primero de otros tantos) cuando mi madre llego con una caja de libros para mí, todos de Luis Spota, cuadraditos, olorosos.

A mis ocho-diez años abrí ojos a una panorámica enorme. “Mas cornadas da el hambre” o las peripecias de un lumpen-novillero. “Casi el Paraíso” o la crónica de sociales del México kitsch, aquel de las primeras fortunas producto del desarrollo estabilizador.

Pero sobre todos, su tetralogía: “La costumbre del Poder”. Un mural novelado, insinuado, gesticulado casi; de los usos, abusos, y costumbres de la política, de los políticos, y de las elites. Hijos, entenados, y cachorros, de aquel país inmensamente prínosaurico de los años 60s, 70s y 80s.

“Palabras Mayores” o el ritual del tapadismo visto por el fiel de la balanza. “El Primer Día” o el desconcierto de un ex-presidente cuando desde ya empieza a apestar. “Retrato Hablado” o el génesis de la oligarquía industrial norteña. “Sobre la Marcha” o la cargada de búfalos en campaña presidencial.

Mi preferido: “Los días Contados” Un recuento de andanzas, en primera persona y ya en cama hospitalaria; de un ex General del Ejercito, ex Diputado, ex Senador. Ex Gobernador, e irremediablemente rico terrateniente, quien con su inocencia cínica de viejo, me recuerda aquella inmortal frase atribuida a Gonzalo N. Santos: En política, la moral es un árbol que da moras.

Por eso, para los nuevos políticos, muy bien que lean a Roderic ai Camp, a Raymond Buve, a Robert Pastor, a Daniel Cosío Villegas, a Martín Luis Guzmán, a Samuel Ramos, a Paz; pero por favor… nunca dejen de lado a Spota.

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